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De niña mi madre no me dejaba jugar con mis hermanos después de comer. Mientras a ellos les tocaba jugar, a mi me tocaba ayudar a lavar los platos, limpiar, recoger y todo ‘por mi futuro’. Ellos me miraban resignados en ese entonces pero ahora no cocinan ni un huevo.

En mi juventud, por tener amigos hombres mi madre me insinuó varias veces que me tachaba de puta. Me pedía que me pusiera en los zapatos de mi novio e imaginara que pensaba de mi por tener amigos hombres. Alguna vez por salir con algún amigo sin mi novio, ella me preguntó si resultaba que yo ‘ya trabajaba de noche.’

Poco después de cumplir 25 años mi madre me entregó las llaves de un auto. Cuando dije que gracias pero no había necesidad me contestó que a mi hermano también le había dado uno. Cuando respondí que en el caso de mi hermano era un regalo de boda, me contestó bromeando que mi regalo era porque ‘a mí no se me veía pa cuando’.

La misoginia tiene muchas caras, y aveces tristemente las mujeres también la pasan.
No permitamos que se valore a ninguna mujer por que tan bien llena las expectativas de otros.